miércoles, 25 de abril de 2012

DETRÁS DE SUS ROSTROS

DETRÁS DE SUS ROSTROS

Por: René Molina Macha
Ya es media noche y como es costumbre, mis padres aún no duermen, mientras mi madre alista su maletín para trabajar en la mañana y mi padre saca sus papeles que va utilizar en la mañana, yo estoy con la laptop en la mesa del comedor junto a ellos, aumentando el curioso paisaje del desorden, busco fotos que tengo guardadas y encuentro esto y me pregunto:
¿Qué hay detrás de esos rostros alegres?
Yo sé muchas historias que ellos me contaban en sus épocas de juventud, pero no las sé con detalle, Aquí les cuento estas curiosas experiencias.
Durante años he visto trabajar a mi madre en lo mismo, con mi tía. en una empresa de proveedores de alimentos, ella iba a todos los hospitales de Lima e incluso al mismo palacio de gobierno. Todas las vacaciones de mi etapa escolar la acompañaba a cualquier lugar donde ella fuese, con todos los tramites que mi madre hacía, a mi corta edad, era intolerable esperar sentado así que me escapaba, apenas con ocho años de edad ya conocía todos los pasadizos secretos que me llevaban de un sector a otro sector y además con mi rollizo cuerpo de ese entonces y mi rostro angelical que aún conservo, me dejaban entrar a cualquier lugar que quisiera.
Me paseaba por todos lados, desde el almacén del Hospital Hemilio Valdizan, que quedaba más al fondo de donde se ubicaban los cuartos de los locos, hasta la cochera donde antes era un arenal, donde había un bus antiguo y viejo, maltratado y oxidado, polvoriento y que apenas dejaba ver su color, ese enfermizo verde hospital.
Los guardianes eran los únicos que me prohibían algún acceso, pero yo me las arreglaba para entrar a donde se me plasca, o me ocultaba detrás de una señora o tomaba atajos entre las oficinas o me hacia amigo del guardián.
Incluso me acuerdo de un señor bien gordo y bonachón, él era mi amigo y me dejaba pasear por todas las maquinas del Hospital Almenara, me acuerdo que había bastante vapor y había un enorme caldero, me acuerdo de las válvulas, escaleras metálicas y muchas otras cosas, claro ahora que lo pienso bien era muy peligroso estar allí y muy irresponsable actitud por parte del señor, pero cuando uno es pequeño nada es peligroso. Para mí los hospitales llegaron a ser centros de recreación y que cada uno tenía una atracción especial.

Mi madre, Ysabel Macha Montoya, segunda hija de cinco hermanos, conocida por su amor a los niños, detallista, cantante, excelente cocinera y que ahora no deja de conversar por el facebook, es una persona que de verdad se esmera por ver a sus hijos felices, no te presiona para ser un profesional, al menos no mucho, yo no me quejo, ella me dio y me sigue dando todo lo que necesito. Inspirada por mi abuela quién se esmeraba igual que ella por ella. 
"Tu abuela se rompía el lomo por nosotros, ella manejaba camión, carros y camionetas, tenía una bolichera, incluso tenía un grifo y una vez trajo un pingüino a la casa, me acuerdo que le poníamos un libro entre su aleta, una gorrita y lo hacíamos caminar por el patio. Mi mamá no paraba en casa porque siempre estaba saliendo a trabajar pero nos daba todo, vestidos de Italia, espejos carísimos, zapatos hermosos que muchas veces, la que nos cuidaba se robaba para sus hijas. Siempre la esperábamos en la puerta preguntándonos ¿qué nos traería esta vez? ¡Ha! eso sí, si se enteraba que nos habíamos portado mal, nos pegaba ¡duro! y yo como era la penúltima siempre me caía primero porque tu tía Júlia, quién era la mayor, no paraba en casa". Me contó con risas.
Mi madre siempre fue una chica risueña y  empeñosa, estudió en el Colegio Mixto San Juan, hasta que se casó a los 17 años con mi padre, por aprobación de mi abuela. “Si ya era una mujer casada, seré la mejor", me dijo enérgicamente. Entonces estudió repostería en el Instituto Angélica Dandi en el Distrito de San Juan de Miraflores, culminando con satisfacción. No cabe duda que aprendió bien, porque además de vender sus kekes, ella hace unos postres deliciosos además de ser fanática de estos, razón por la cual en mi niñez engorde tanto y de igual manera mi hermano mayor.
Viendo las necesidades de la casa, estudió corte y confección en el Instituto San Martín de Porras en el centro de Lima por la Av. Garcilazo de la Vega, ahora conocido como Wilson. Estoy seguro que mi hermano se lo agradece mucho porque de pequeño él tenía la costumbre de romper sus pantalones al jugar fútbol. 
Hasta aprendió a manejar, y un día mientras estudiaba cosmetología en el mismo instituto, mi tía la llamó para trabajar en la empresa en el año 1992, un año después de mi nacimiento. Ahora es la representante legal de la Empresa Proveedora de Alimentos Brezal, ocupándose de la gerencia general de la empresa.
El trabajo de mi madre es duro, es estresante, lo sé porque yo la acompañe buen tiempo y recién el año pasado entre a trabajar en la oficina por una semana y tardé menos de una semana para darme cuenta que de verdad en la empresa hay gente incompetente y me refiero a los mismos dueños que son mis tíos. Además ella también se encarga de la parte ejecutiva y esto le demanda estar saliendo de lugar en lugar cobrando, y si algo sale mal a ella le echan la culpa. Sin duda hay que tener carácter para trabajar allí.
Mi padre, el señor Vidal Molina Ortega, gran conocedor de autos, conocido como el chato, para mucho tiempo en la parroquia, nació en 1945, ya presenta sus canas y su sueño cada vez que se sienta en el sillón,  me cuenta que tuvo oportunidades de terminar sus estudios pero él no podía con su genio, era una persona demasiado activa y tiene un mucha historias que contar, entre ella sus palomilladas. 
Pasó el tiempo y no culminó sus estudios en el Instituto Psicoformativo de Psicopedagogía Clínica, él me cuenta que hubo una época de oro, "era como si me iluminaran", expresó, razón por la cual se volvió autodidacta.
Sin tener profesión comenzó de microbusero, de la linea 25, y llegó a ser secretario general de la empresa. Ingresó al terminal pesquero zonal del callao EPSEP como facturador de amanecida y después de ocho años terminó como jefe de la división de abastecimientos con siete departamentos a su cargo y tres secretarias, demostrando así su puro ingenio. Además de evidenciar la poca organización que tenía el Perú en ese entonces.

Luego trabajó al Instituto Peruano de Energía Nuclear cómo chofer A3 con un Ford Bronco 4X4, del director del centro nuclear de Huarangal, el comandante Pereira. Muchos lo llamaban para que trabajara para otros militares por su buen desempeño como chofer, pero él prefería trabajar para Pereira, Mientras trasladaba al director y a militares siempre tocaban temas que él dominaba, por su anterior experiencia en EPSEP. Un día Pereira le dijo que ya no lo quería como chofer sino como en asistente de dos gerencias, reactores experimentales y ciencias aplicadas. Penosamente salió por el nuevo gobierno de Fujimori y la salida del director quien lo convocó a trabajar con él en transformación alimenticia en el rubro de espárragos, ocupando el cargo de gerente de producción hasta el cierre de la planta.
Finalmente hizo taxi personalizado en 1996 con un Toyota Starlet, era el único carro de ese modelo en todo Lima y tuvo acogida, llego a tener la estima de varios

profesionales que incluso nos ayudaban y nos invitaban a eventos, pero la acogida terminó cuando todos ya
tenían sus propios carros y el auto de mi padre dejó de ser una novedad. 
Ahora con el mismo carro, que lo cuida como si fuera único en el mundo y sorprendentemente mantiene su salud mecánica, es chofer de mi madre, ambos con los años que les pesan, cada uno con su genio y personalidad. Juntos no congenian pero ambos se ayudan.
A pesar de todo ambos tuvieron hermosas experiencias, innumerables historias y con profesión o sin profesión, ¡Chamba es Chamba!

martes, 24 de abril de 2012

Un chalaco en Los Olivos


Por: Jesús Joel Juan Narváez Huamán

Llegó a mi casa, desde Surco, después de hacer una casa medianera, es decir dividió la casa ya construida en dos colocando una pared. “Por eso se llaman medianeras”, me dice Juan Manuel García Ceñudo, de 50 años, que trabaja desde hace once en el área de mantenimiento de la Universidad Católica Sedes Sapientiae de Los Olivos.

De padre chalaco y madre limeña, Juan Manuel vive en Ventanilla junto a su esposa con quien tiene cuatro hijos, uno varón y tres mujeres. “También soy abuelo, tengo 5 nietos. Cuando tenía 42 años, nació mi primera nieta, Ariana de la Haza García”, precisa. A su vez, sentencia: “Y tengo un solo yerno. ¡Solo tendré uno y ya!”.

En la universidad en la que labora, realiza trabajos de Construcción en seco, en otras palabras su tarea consiste en manipular materiales como drywall, tabiquería y rieles para la construcción de casas o aulas.

Juan Manuel me explica que el drywall “es una plancha construida a base de cartón prensado y yeso de 1,22 m. de ancho por 2,44 m. de alto por 1,5 cm de espesor. La tabiquería consiste en colgar perfiles de metal de 3 m. alto por 89 cm. de ancho por 45 cm. de ala de la lata por 38 cm. de espesor. Mientras que los rieles de metal miden 3 m. de alto por 9 cm. de ancho por 38 cm de ala de lata por 25 cm. de espesor”.

¿Cómo se construye una vivienda o aula? Lo primero que hace Juan Manuel es inspeccionar el terreno para que tenga las condiciones de seguridad para no arriesgar su integridad física. Observa que el piso en el que se trabajará sea plano o piso de cemento. “Se puede trabajar sobre madera, pero no en tierra, es peligroso”, me cuenta.

Se hace las plantillas del inmueble, es decir las medidas del plano que deriva el arquitecto, y sobre estas se colocarán los rieles y, posteriormente, los perfiles, que también llevarán rieles en la parte de arriba. Cada perfil lleva un espacio de 61 centímetros. Dentro de esa estructura de perfil desarmado, se colocarán las medidas de las ventanas y puertas. Una vez estructurado todos los perfiles, sobre las plantillas se hará el armado del techo de dos aguas o perpendicular, según la universidad le indique.

Juan Manuel luego hará una estructura en base de la dimensión del terreno, incluyendo vigas y viguetas construidas también con el mismo material de los perfiles. De esta manera tendrán mayor soporte del cielo raso o techo falso. De ahí, procederá a colocar las planchas de drywalls, forrando así las paredes.
Después pondrá las calaminas que mayormente suelen ser plásticas sobre el techo. Con unos pernos especiales llamados “jotas” que vienen con dos centímetros de hilo fino con tuerca más un capuchón que es la tapa plástica de la tuerca, asegurará las calaminas.

En el techo falso, ubicará las planchas de drywall de tres octavos. Una vez colocado todas las planchas y haber forrado toda la parte interna y externa de la casa, corresponderá realizar la unión de las planchas de la casa con una cinta de papel. Se esperará 24 horas, se lijará y se pondrá la segunda mano de cinta de papel con una espátula de 8 pulgadas. De nuevo, esperará un día para lijar y colocar la tercera mano de cinta de papel con una espátula de, esta vez, 10 pulgadas y una cuarta vez se repetirá el proceso pero con una espátula de 12 pulgadas.

Para finalizar la construcción de la vivienda, se le pondrá una base de pintura y, eventualmente, se hará el acabado, la colocación de ventanas y puertas. “Todo ese proceso que te relaté, se debe hacer si quieres una casa”, me señala.

¿Qué opinas de la universidad en la que laboras desde hace 11 años?

Desde que ingresé a la actualidad, los forjadores de esta universidad tratan por todos los medios que los alumnos se lleven una buena imagen de esta institución y sobresalir en la vida personal y laboral. Si un alumno ha sacado dos jalados, no significa que es burro. Eso quiere decir que necesita tranquilidad y voluntad para superar esos obstáculos.

Antes de irse, me confiesa: “Una profesora dijo: Mientras tú duermes, otros sueñas. ¿Qué crees que eso signifique? Yo aún no lo sé”. 

Desde la ciudad divertida

Por: Jesús Joel Juan Narváez Huamán


Jobeth Coronel Villegas vive con su hermana, su mamá y Milo, su mascota de 9 meses, en un departamento en el distrito de San Luis. Es una estudiante de comunicaciones de 22 años que le gusta la fotografía pero quiere especializarse en producción audiovisual. Y, por cierto, trabaja.

¿Cómo logra llevar una vida de estudiante y trabajadora? Pues organizó sus horarios de la siguiente manera: Estudia durante el día y solo los lunes, miércoles, sábados y domingos trabaja en Divercity de Jockey Plaza. De esta manera, ella consigue tener tiempo para realizar sus tareas y, por qué no, para su vida social.

"Llegué a Divercity a finales del año pasado. Mi amiga Fabiola me pasó la voz para trabajar aquí y, pues, postulé al igual que muchos de la facultad. Lo gracioso es que solo yo obtuve el puesto", me relata Jobeth. Agrega: "Yo no busqué el trabajo, el trabajo vino a mí".

En ese lugar, su rol es ser informante. “Mi trato es más con los adultos que con los niños. A ellos les informo sobre el parque y su capacidad y alguna otra duda que tengan”, dice. En esta ciudad divertida, “los niños realizan roles como profesionales. Allí aprenden a ser independientes, ya que juegan trabajando y obtienen dinero ‘divi’ para comprar cosas”, me cuenta.

Cuando Jobeth comenzó a trabajar en Divercity, la pasó muy mal. "Tuve un mal comienzo con mi jefa. Inspiraba miedo y respeto. Luego, entendí que ella quiere que se hagan las cosas bien", manifiesta. Es así que ella comenzó a aprender todo lo que corresponde a su zona, pero eso le hizo estar en todas. "Cuando faltaba personal en algún lado, mi jefa me llamaba a mí. Fue así que me gané su confianza", declara.

Me comuniqué con ella el sábado para saber si algo interesante sucedió en su vida. Me llevé una sorpresa cuando me contó que dejó Divercity. No porque sea aburrido. No porque sea agotador estar pendiente de niños. Dejó ese trabajo por otro que va acorde con la carrera que estudia.

"En el poco tiempo que estuve ahí, no solo hice buenas amistades en mi zona, también en el parque. Nos apoyábamos. Ese ambiente lo voy a extrañar, porque casi nunca sentía que trabajaba", me comenta Jobeth recordando su alejamiento de Divercity. "Ese último día de trabajo, mi jefa me dijo: No me gustaría que te vayas", revela.

Sin embargo, esta nueva chamba que consiguió en el Colegio Químico Farmacéutico, ubicado en Surco, como relacionista pública, le obliga a cambiar su horario. Estudia de día y trabaja, ahora, desde que sale de la facultad hasta la noche todos los días. “Ya no tendré tiempo para mí, pero me alegra haber obtenido el puesto”, confiesa alegre.  

Si me piden que defina a Jobeth con una palabra sería: independiente. 

Trabajos o chambas

Por: Susana Orneta Estrada
En la sociedad en la que nos encontramos hoy en día, muy compleja y multirracial  muestra un contraste vario pinto debido a los problemas sociales que posee, en la que lamentablemente la pobreza es uno de ellos y  ha prevalecido durante décadas, este suceso en la historia ha hecho que El individuo escondido dentro de la maraña de lo cotidiano, de la pobreza y las esperanzas, de las miserias humanas y sociales crea sus propios trabajos con su capacidad e ingenio.
Es conocido que en el interior del país existe un gran porcentaje de personas desempleadas, debido a que los procesos de producción son más tecnificados y esto hace que la mano de obra disminuya en gran cantidad, otro aspecto es la falta de oportunidades económicas de los jóvenes a obtener estudios técnicos o universitarios.
Pero el peruano trabajador ha creado su propia gama de ingeniosos trabajos, podemos apreciar desde vendedores y ambulantes, cómicos en las calles, lustrabotas, dateros, un sinfín de “chambas” que se realizan sin haber realizado un estudio superior, claro que esto no quita merito a estos otros, como bien se sabe el trabajo  es la actividad física y mental, así que física y mental es un trabajo doble, porque ser creativo al inventar una forma de trabajo y realizarlo es una gran hazaña.
Pero, la realidad es otra  de estas personas que al crear más trabajos, pero sin derechos. Ha aumentado la precarización del trabajo. Son empleos sin derechos y contra las personas, contra los seres humanos. Estamos en el peor de los momentos. A pesar del crecimiento económico que se está viendo en nuestro país pero también se observa un contraste grande entre estas dos partes, trabajadores  informales y trabajadores formales, leyes que avalan y otras que no.
Creo, que los trabajadores peruanos son esencialmente responsables en sus labores, a pesar de que puedan pertenecer  a una empresa privada o del Estado e incluso independientes como trabajador de las calles, merecen derechos, pero lamentablemente  con  los nulos beneficios sociales, es muy difícil seguir adelante. Sin duda, la falta de voluntad política del gobierno para otorgar los beneficios que merecen los trabajadores.

El camero del paradero 73


Por: Susana Orneta Estrada

A pesar de los fracasos y avatares que le dio la vida, Marcos Castañeda Falcón continuó con el gran sueño de superación, la cual busca  hace 20 años desde que llegó de Tarma, la tierra que le vio nacer y también alejarse, sin embargo, siente que aun le falta mucho.
Como todo provinciano  llegó a la capital a los 14 años con el anhelo de surgir y realizar sus metas, Marcos hasta ahora no deja de trabajar, es lo único que ha hecho desde que piso Lima pareciera que esos 20 años se ven reflejados en su rostro, la dureza y el maltrato que muestra cada línea fruncida despierta melancolía; su signo zodiacal solo refleja un felino agotado sin ganas de paliar de aquel enérgico león no queda casi nada con el acento aun muy pronunciado, pese al tiempo que lleva en Lima no se intimida al hablar  pero también  huraño cuando él ve conveniente.


unidad 73 letra A paradero final es S.M.P. Canta Callao, si no de lo contrario
Villa Maria del Triunfo - Como  personas como Marcos  se pueden ingeniar los trabajos para sobre vivir.


Este individuo posee unos de los nombre mas comunes pero un oficio no tanto que digamos, actualmente trabaja como “camero”  en el paradero  de la unidad 73 en Canta Callao, este trabajo consiste en repartir pequeñas camas armable de media plaza aquellos chóferes que sus unidades no saldrán  nuevamente del paradero hasta el día siguiente una chamba no tan complicada,  claro que su objetivo no es quedarse en esta labor y seguir alquilando camas por el resto de su vida si no es todo lo contrario  sabe que este trabajo le dará una oportunidad que anhelaba desde muy niño, sentirse  dueño de las calles y avenidas detrás de un timón, ya que muy pronto tendrá la licencia de conducir entre sus manos. A marcos parece que las noches  de soledad en el paradero de la 73 lo han vuelto un hombre sin sentimiento  solo ríe y se pone serio cuando le preguntan si le gusta el trabajo que realiza.
A simple viste aparenta un cuerpo de un joven de 18 años pero realmente tiene 34 años su apariencia desaliñada no da mucha importancia  al aseo y al orden, incluso pareciera que nunca se hubiera enfrentado a un peine, los zapatos de color grises que lleva puesto se asemeja a la polvareda del lugar pero esto no es impedimento para salir a delante, aun no conoce el lujo y mucho menos la codicia solo quiere vivir para lo suyos y si bien  todavía no ha encontrado a su media naranja es porque el amor torna un segundo plano en su vida.

lunes, 23 de abril de 2012

Carmen, una mujer diferente

Por Jesús Vásquez Huamantumba.

Caminaba por la calles de San Juan de Lurigancho tenía que ir al negocio de mi madre de pronto me detuve vi a una mujer algo extraña que caminaba de una manera no tan común ,la gente que pasaban por su costado la miraba con mucho miedo como; ella sin embargo seguía su camino sin detenerse.

Entonces decidí acercarme a ella sin prejuicios de por medio aunque estaba algo sucia y despeinada, me puse delante de ella. Primero le pregunte su nombre; me respondió algo titubeante me llamo Carmen. Luego le pregunte que hacía por estos lugares, ella muy segura de sí misma me dijo; yo reciclo busco botellas de plástico para poder vivir.

Caminando con Carmen me contó que ella trabajaba todo el día caminando por las calles buscando en la basura lo que otras personas botan sin pensar que para ella significa dinero para vivir. Pude notarlo al antes que me lo dijiera , ella que sufre de un leve retraso mental que de sobremanera afecta su labor aún más pero que no es impedimento para salir adelante ,vive con su hermana la cual la obliga a trabajar a pesar de su deficiencia mental y física porque sino no tendria un lugar donde vivir, ella no camina con normalidad se le hace muy difícil,  ha sufrido muchas caídas que la obligaron a estar en cama por semanas.

Todos los días para ella es un desafío nuevo recolectar la mayor cantidad de botellas para luego venderlo al mejor costo para así poder sobrevivir.

A sus 40 años de edad lo que más anhela me dijo era aprender a escribir y a leer ya que nunca pudo hacerlo  debido a los problemas que la embargan hasta el día de hoy.

Carmen por estos días sigue trabajando en lo del reciclaje chamba es chamba eso no va a cambiar para ella, pero no pierde la esperanza que muy pronto por fin podrá escribir su nombre sin ayuda de nadie.

sábado, 21 de abril de 2012

Luchadora de profesión

 Luchadora de Profesión

Por: Mariella Escobar Navarro
Hablar de personas luchadoras, combativas y  con fortaleza, que por su bienestar de ellas y su familia trabajan mucho día a día para poder vivir ganando 15 soles diarios,  Pilar es una madre campesina con dos hijos emigro de Ayacucho a raíz de la violencia domestica que le toco vivir a ella y la pobreza a sus hijos.

Con mucho ánimo me cuenta que al venir a Lima tuvo mucho miedo y pánico que las cosas le vayan mal, pero se confundió porque en cuanto piso la capital supo salir adelante trabajando en lo que sea, vendiendo tamalitos en diferentes esquinas, vendiendo gelatinas y gaseosas en avenidas ganado su platita, y  un día caminando por diferentes las calles encontró a un viejo señor que le ofreció trabajo como obrera regando plantas ella acepto con mucha alegría y ahora Pilar  sale todas las mañanas  a trabajar  en todas las avenidas del distrito de San Luis. Al preguntarle cómo se siente en su nuevo trabajo ella me dice, “Me siento más tranquila porque es un trabajo estable que gracias a ello puedo dar de comer a mis hijos y pagar sus gastos de colegio, y comprarles algunas ropitas” claro que no es suficiente porque gana 15 soles diarios, trabajando de lunes a sabados,de 7am a 2pm y con lo que gana tiene que  pagar alquiler donde vive en el distrito de San Juan de Miraflores.

Cuando le pregunte por el padre de dos hijos se le borro la sonrisa de del rostro  y tristemente me dijo que sufrió maltrato doméstico donde decidió huir de su casa, sin saber ahora nada de él, porque no le pasa ni un sol para sus hijos Mauricio (10) y Francisco (5), su condición de madre soltera le lleva a enfrentar distintos trabajos de obrera pero ella sabe que trabajo es trabajo con tal de ganar un poco de dinero para  poder dar una educación y comida a sus hijos, al comienzo tuvo que vivir al lado de su tía pero noto algo incomodo en ella y por eso decidió alquilar un cuarto chico, no es la gran cosa pero al menos le sirve para poder vivir.
Pilar tiene mucha habilidad para el trabajo no le hace difícil realizar trabajos pesado  con tal de trabajar hace lo imposible por ser madre y padre a la vez un doble y arduo trabajo, pero a pesar de todo le gusta su chamba, estar radiada  lo que la naturaleza nos regala día a día.

¿Puede tener un niño tanta responsabilidad?


                ¿Puede tener un niño tanta responsabilidad?

Por: Mariella Escobar Navarro

Cómo es la vida de las personas que trabajan en la calle, ganando 8 soles diarios, trabajando de lunes a domingo y mantener a sus hermanos menores, que se siente a los 12 años convertirse en la columna vertebral de la casa que sienten cuando hay una moneda o cuando no. Ésta es la suerte de los que no han tenido oportunidades.
Más conocido como “Marquitos”, este pequeño de 12 años, se levanta muy temprano y alista todos sus útiles. Camina muchas cuadras hacia la avenida Argentina, deja todos sus útiles de trabajo, cierra los ojos, ora y le pide a Dios que le vaya bien, pues no quiere quedarse sin comer esta noche.
Sin saber matemáticas, pues no recibió educación alguna, sabe que tiene menos de un minuto para lavar los vidrios de los carros que pasan por esa calle. A él no le gusta mendigar, pues pedir limosna, “es como robar, pero decentemente” tal como afirma él. 
El agua la tiene que sacar de una manguera donde riegan las plantas que adornan la Av. Argentina e inmediatamente la vierte en el balde que le tiene que durar hasta la noche.  Es la primera vez que veo una persona, más aún, un niño que trabaja de 3:00 AM a 10:00 PM casi sin descanso, trabajando de lunes a domingo, sin tener ni siquiera 15 minutos para almorzar, y con qué plata, si la gente le regala indiferencia. 
La esperanza de este niño se enciende como el semáforo que ahora está en rojo, pero le dura tan poco, como el tiempo que dura el semáforo cuando está en verde. A cada rato, Marquitos se planta firmemente en la ventana del conductor y sin murmurar palabra, no alcanza a decir ni siquiera “por favor”, y los conductores lo niegan, lo ignoran; por eso, a veces toca lanzarse al limpia brisas de adelante, a veces al de atrás para que a los conductores les toque dar aunque sea una simple moneda.
Su tristeza queda por siempre impregnada en la ventana del conductor que a veces no tiene la conciencia de los niños de la calle, no tiene noción de lo que le sucede a Marquitos; entonces el pequeño se resigna, le agradece y con las manos vacías intenta con otro carro.  Ya se acerca la noche, y “Marquitos” solo recibió 8 soles, y con esa cantidad tiene que comer, desayunar  y “vivir”, ¿vivir? Me pregunto se podrá vivir con 8 soles diarios?,  estoy segura que no, sin embargo Marquitos tiene que mantener a sus dos hermanos menores miguel de 3 años y Gustavo de 4 años, ellos por ser más pequeños que marquitos no entenderían que no tener que comer, no tener un pan al levantarse ni tener un tarro de leche, con lo que Marquitos gana tiene que alcanzar para todo los gastos de la casa muy aparte lo mucho o poco que su madre trae, una vendedora de periódicos y su padre un  alcohólico que jamás se acuerda de ellos, que les abandono hace más de un año, fue en este instante que Marquitos se convirtió en la columna vertebral de la casa, con tan solo 12 años es el sostén de la casa, quemando etapas, saltando fases de niño a adulto o incluso padre, demasiada responsabilidad, limitándose a su jugar, hacer travesuras, divertirse con sus amigos propio de su edad.
Muchos necesitan el trabajo para mantener a la familia y  para sobrevivir en este mundo complicado e incluso para evitar caer en la pena de pasar hambre. Marquito me cuenta que el  trabajo lo va desgastando poco a poco, menos horas de sueño, menos comida, más trabajo, más horas, más noches.
Al haberle preguntado el por qué tiene esa carita melancólica  me dio una respuesta “Es que me siento cansado, no hay nada que comer, no tengo ni ropa y en las noche me muero de frio.” definitivamente una respuesta agridulce,  fue  increíble  escuchar esto, que un niño como él tenga suficiente  valentía y sobre todo fuerzas, para que pase todo lo que la vida le propone. A pesar de todo, éste pequeño sujeto siempre tiene un ánimo gigante, una esperanza diaria y sobre todo, un empuje a hacer las cosas que varios niños de “nuestra cultura” no lo harían.
Así puede ser la situación de varios niños que trabajan en diferentes calles capitalinas, unos pueden sufrir más que Marquitos, otros menos que él. Así es la vida de las personas que nunca los oyen hablar, de los que no tienen como hacerlo ni cómo expresarse en una sociedad que en su gran mayoría, le importa menos el otro,  muchos no nos damos cuenta de su sufrimiento, de la realidad que viven, una realidad que puede ser muy distinta a la nuestra.

domingo, 8 de abril de 2012

Oscar, ¿conserje?

Por: René Molina Macha

Su cuerpo cansado, su rostro arrugado, sus manos toscas y sus ojos gastados, él es Oscar una gran persona que siempre te saluda cuando pasas a su lado, “Hola hermanito” siempre dice. Hijo de Esmilda y Oscar, ambos se conocieron en el Cusco y aquí decidieron hacer su vida. Su esposa Lucy falleció hace ocho años por esa razón con sus hermanos y su hija, vinieron a probar suerte.
Al principio dormían en los parques, sus hermanos consiguieron un trabajo y poco a poco podían dormir en un lugar mejor. Pasaron tres años desde que llegaron del Cusco, comían de sus limosnas, su hija  tenía trece años de edad y sus tíos no podían hacerse cargo de ella y Oscar por su propia iniciativa buscó una solución. 
En una misa que se realizó en una iglesia en el centro de Lima conoció a un padre y como un impulso decidió preguntarle si podría darle un lugar donde vivir. “Parase como si fuera hace una semana cuando el padrecito Elias Savaleta me dio donde vivir en 1992, a cambio de limpiar toda la parroquia. Él me dio un hogar, comida, baño, en fin un lugar donde quedarme con mi hija. Mis hermanos también vienen de vez en cuando, ellos si consiguieron donde estar y un trabajo, en cambio yo no recibo dinero pero si el apoyo de muchos amigos y no me quejo”. Oscarcito con una sonrisa en los labios, un seño en su frente y mirándome a los ojos, me dijo.
Su voz aun tiene ese dejo característico de aquella persona que viene de provincia, pero noté que su voz se resquebrajaba de alegría, cuando me contaba sobre su nieto, “un niño muy despierto como su abuelo”, dijo orgulloso. Ahora este pequeño es el motivo de seguir trabajando duro. Su madre también está trabajando fuera de la parroquia y se está apurando en conseguir dinero para que Josecito pueda ir al colegio, aun tiene tres años.
Él no se considera un conserje, me dijo que se considera afortunado.