domingo, 8 de abril de 2012

Oscar, ¿conserje?

Por: René Molina Macha

Su cuerpo cansado, su rostro arrugado, sus manos toscas y sus ojos gastados, él es Oscar una gran persona que siempre te saluda cuando pasas a su lado, “Hola hermanito” siempre dice. Hijo de Esmilda y Oscar, ambos se conocieron en el Cusco y aquí decidieron hacer su vida. Su esposa Lucy falleció hace ocho años por esa razón con sus hermanos y su hija, vinieron a probar suerte.
Al principio dormían en los parques, sus hermanos consiguieron un trabajo y poco a poco podían dormir en un lugar mejor. Pasaron tres años desde que llegaron del Cusco, comían de sus limosnas, su hija  tenía trece años de edad y sus tíos no podían hacerse cargo de ella y Oscar por su propia iniciativa buscó una solución. 
En una misa que se realizó en una iglesia en el centro de Lima conoció a un padre y como un impulso decidió preguntarle si podría darle un lugar donde vivir. “Parase como si fuera hace una semana cuando el padrecito Elias Savaleta me dio donde vivir en 1992, a cambio de limpiar toda la parroquia. Él me dio un hogar, comida, baño, en fin un lugar donde quedarme con mi hija. Mis hermanos también vienen de vez en cuando, ellos si consiguieron donde estar y un trabajo, en cambio yo no recibo dinero pero si el apoyo de muchos amigos y no me quejo”. Oscarcito con una sonrisa en los labios, un seño en su frente y mirándome a los ojos, me dijo.
Su voz aun tiene ese dejo característico de aquella persona que viene de provincia, pero noté que su voz se resquebrajaba de alegría, cuando me contaba sobre su nieto, “un niño muy despierto como su abuelo”, dijo orgulloso. Ahora este pequeño es el motivo de seguir trabajando duro. Su madre también está trabajando fuera de la parroquia y se está apurando en conseguir dinero para que Josecito pueda ir al colegio, aun tiene tres años.
Él no se considera un conserje, me dijo que se considera afortunado.

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