sábado, 21 de abril de 2012

¿Puede tener un niño tanta responsabilidad?


                ¿Puede tener un niño tanta responsabilidad?

Por: Mariella Escobar Navarro

Cómo es la vida de las personas que trabajan en la calle, ganando 8 soles diarios, trabajando de lunes a domingo y mantener a sus hermanos menores, que se siente a los 12 años convertirse en la columna vertebral de la casa que sienten cuando hay una moneda o cuando no. Ésta es la suerte de los que no han tenido oportunidades.
Más conocido como “Marquitos”, este pequeño de 12 años, se levanta muy temprano y alista todos sus útiles. Camina muchas cuadras hacia la avenida Argentina, deja todos sus útiles de trabajo, cierra los ojos, ora y le pide a Dios que le vaya bien, pues no quiere quedarse sin comer esta noche.
Sin saber matemáticas, pues no recibió educación alguna, sabe que tiene menos de un minuto para lavar los vidrios de los carros que pasan por esa calle. A él no le gusta mendigar, pues pedir limosna, “es como robar, pero decentemente” tal como afirma él. 
El agua la tiene que sacar de una manguera donde riegan las plantas que adornan la Av. Argentina e inmediatamente la vierte en el balde que le tiene que durar hasta la noche.  Es la primera vez que veo una persona, más aún, un niño que trabaja de 3:00 AM a 10:00 PM casi sin descanso, trabajando de lunes a domingo, sin tener ni siquiera 15 minutos para almorzar, y con qué plata, si la gente le regala indiferencia. 
La esperanza de este niño se enciende como el semáforo que ahora está en rojo, pero le dura tan poco, como el tiempo que dura el semáforo cuando está en verde. A cada rato, Marquitos se planta firmemente en la ventana del conductor y sin murmurar palabra, no alcanza a decir ni siquiera “por favor”, y los conductores lo niegan, lo ignoran; por eso, a veces toca lanzarse al limpia brisas de adelante, a veces al de atrás para que a los conductores les toque dar aunque sea una simple moneda.
Su tristeza queda por siempre impregnada en la ventana del conductor que a veces no tiene la conciencia de los niños de la calle, no tiene noción de lo que le sucede a Marquitos; entonces el pequeño se resigna, le agradece y con las manos vacías intenta con otro carro.  Ya se acerca la noche, y “Marquitos” solo recibió 8 soles, y con esa cantidad tiene que comer, desayunar  y “vivir”, ¿vivir? Me pregunto se podrá vivir con 8 soles diarios?,  estoy segura que no, sin embargo Marquitos tiene que mantener a sus dos hermanos menores miguel de 3 años y Gustavo de 4 años, ellos por ser más pequeños que marquitos no entenderían que no tener que comer, no tener un pan al levantarse ni tener un tarro de leche, con lo que Marquitos gana tiene que alcanzar para todo los gastos de la casa muy aparte lo mucho o poco que su madre trae, una vendedora de periódicos y su padre un  alcohólico que jamás se acuerda de ellos, que les abandono hace más de un año, fue en este instante que Marquitos se convirtió en la columna vertebral de la casa, con tan solo 12 años es el sostén de la casa, quemando etapas, saltando fases de niño a adulto o incluso padre, demasiada responsabilidad, limitándose a su jugar, hacer travesuras, divertirse con sus amigos propio de su edad.
Muchos necesitan el trabajo para mantener a la familia y  para sobrevivir en este mundo complicado e incluso para evitar caer en la pena de pasar hambre. Marquito me cuenta que el  trabajo lo va desgastando poco a poco, menos horas de sueño, menos comida, más trabajo, más horas, más noches.
Al haberle preguntado el por qué tiene esa carita melancólica  me dio una respuesta “Es que me siento cansado, no hay nada que comer, no tengo ni ropa y en las noche me muero de frio.” definitivamente una respuesta agridulce,  fue  increíble  escuchar esto, que un niño como él tenga suficiente  valentía y sobre todo fuerzas, para que pase todo lo que la vida le propone. A pesar de todo, éste pequeño sujeto siempre tiene un ánimo gigante, una esperanza diaria y sobre todo, un empuje a hacer las cosas que varios niños de “nuestra cultura” no lo harían.
Así puede ser la situación de varios niños que trabajan en diferentes calles capitalinas, unos pueden sufrir más que Marquitos, otros menos que él. Así es la vida de las personas que nunca los oyen hablar, de los que no tienen como hacerlo ni cómo expresarse en una sociedad que en su gran mayoría, le importa menos el otro,  muchos no nos damos cuenta de su sufrimiento, de la realidad que viven, una realidad que puede ser muy distinta a la nuestra.

1 comentario:

  1. Debemos a poyar a los mas necesitado , existen los ladrones , pandilleros que solo se dedican a la vida facil que es robar sin ganarse la moneda trabajando como estos trabajadores que dia a dia luchan por sobrevivir sin embargo otras personas pudientes luchan por tener mas de una manera corrupta y maliciosa.

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