Estatuas humanas, mucho más
que un trabajo
Por:
Susana Orneta Estrada
Albert Einstein
La
calle es un escenario natural y los principios
de sus actividades escénicas tienen orígenes en las calles, es por esto
que es un reto para el actor, captar miradas y arrancar una sonrisa a un
transeúnte presuroso y estresado por el
ruido de la cuidad.
Mario
Egusquiza, cuenta que el arte es todo en su vida; después de haber
estudiado arte y dramatización, para él
salir a la calle complementa su carrera profesional y con mucha emoción
me comparte: “me gusta ser estatua viviente y me gusta hacer teatro en la calle
porque aquí está el pueblo la gente que valora lo que haces, no es necesario
que la gente que cuando no tiene nada que hacer page la entrada del teatro para
verlo, en cambio acá el que quiere para
un rato y te mira”
Mientras observaba ha Mario y a compañeros, como sus
rostros se convertían en un rostro plateado, las palabras de Mario se van en
lazando a una realidad existente y que lamentablemente no lo vemos
con esos ojos, con ojos apasionados al
arte, pues solo observamos y reímos; las estatuas humanas que se posan horas
continuas intercambiando movimientos con las flexibilidad y el poder de
transmitir mensajes sin hablar fijando
sus miradas en el horizonte hasta sobre pasarlos para tan solo transmitir la congelación del momento, toda la trayectoria
tan humana tan delicado y
tierna que estos artistas callejeros
realizan, con la sorpresa y el asombro de un niño al sonar una moneda sobre la lata y casi por
arte de magia mueve a esa masa humana que pareciera estar oxidada que ya sea
inerte hasta antes de hacer sonido, esperando otro movimiento
tan peculiar.
A
pesar de los avatares del clima estos personajes adoptan posturas realmente tan incómodas para
lograr un impacto para su público, y por
unas cuantas monedas cobran vida con un
sonido muy peculiar que dan a conocer
una nueva postura.
El
día se termina y la oscuridad de la
noche adopta un matiz diverso en su escenario del parque Kennedy, entonces es
hora de dar la última función, Mario exhausto baja de su gran palco y lo recoge, des pues
de una gran jornada pensé que estaría cansado, pero con el mismo entusiasmo que
me respondió por la mañana me dice: “me siento muy contento que cada día, mas
personas me vean y compartan mi arte, me da mucha alegría de
verdad….”
Después
de las palabras de Mario, entendí que para ser estatuas no solo se
aprende y se estudia, sino que también se tiene que tener esa pasión
que caracteriza a Mario y a todos estos grandes artistas que interpretan a
personajes con vida propia, sin embargo, muchas veces la gente piensa que para ser estatua es tan
fácil , que se trata de ponerse solo un disfraz, y quedarse estático, pero no
es así, pues de tras de
cada estatua humana hay una gran preparación y mucha dedicación.
Es así,
que el arte se abre paso frete a las
adversidades y se deja mesclar
entre las calles más transitadas de nuestra cuidad limeña dejando ver su lado
con mucho mas movimiento que el
de una estatua y con mucho mas color que el arte.
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