martes, 22 de mayo de 2012

Siempre hay algo que hacer

por Jesús Benny Vásquez Huamantumba


Siempre hay algo que hacer

Siempre he oído hablar que el trabajo dignifica el hombre en la calles hasta en mi propio hogar pero nunca comprendí lo que realmente querían decir, en  la siguiente historia que contare refleja mucho esta frase.

 La vida es un camino de retos que para algunos es muy fácil sobrellevarlo pero para otras es verdaderamente una aventura que no siempre logran superara los obstáculos.

Esta es la historia de un hombre provinciano que a sus cortos 11 años aprendió que lo mejor que su padre le pude heredar era la dedicación y empeño al trabajo. Él me cuenta que la vida le puso el reto más grande que a pesar de ser un adolescente tendría que hacerse cargo de una familia, su padre lamentablemente murió, su madre quedo totalmente desamparada y el como el mayor de sus hermanos tuvo que tomar la cabeza de la familia.

Su trabajo comenzaba muy temprano, se levantaba a las 3 de la mañana junto con su hermano caminaban por dos horas hasta llegar a la chacra para la iniciar la cosecha. Era un trabajo arduo tenía que remover toda la tierra, para luego con la ayuda de dos vacas arar la tierra para que quedara listo para sembrar, les tardaba todo un día la faena.

Tenía dos hermanas menores quienes iban al colegio, para ello el dinero no alcanzaba para compra los uniformes así que él tuvo que aprender a ser sastre sin que nadie le enseñara porque su madre trabaja todo el día y los dejaba solos en casa, el mismo confeccionaba los uniformes y le preparaba su lonchera, sacaba frutas de los arboles como manzanas o plátanos.

Luego de un tiempo el acabaría el colegio, como el dinero no alcanzaba y la necesidad de buscar mejorar la calidad de su familia decidió venir a la capital a buscar mayores oportunidades. Llegó a Lima a los 20 años de edad, me cuenta que para él fue algo nuevo ver una ciudad distinta a la de su pueblo Chukinga en Apurímac .El tranvía que era el transporte de Lima en la década de los cincuenta era algo muy novedoso para él. 

El primer día en lima solo se la paso caminando en las calles del centro de lima para conoces más esa ciudad que solo conocía por mapas.

A los cuatro días encontró trabajo en una empresa textil, donde encontraría una vocación que él no sabía que tenía.

Su sueño era estudiar una carrera profesional, pero los horarios del trabajo nunca lo pudieron permitir, fue un golpe duro para él que lo enfrento con madurez entendió que a veces la vida te pone otro camino.

Se dedicó día y noche al trabajo así poco a poco pudo comprar un terreno y empezó a construir  su propia casa. En las noches aprovechaba para traer materiales de construcción para después los fines de semana comenzar a levantar las paredes.

Luego de cumplir ocho años en la fábrica y cansado del abuso que cometían los dueños de la empresa en contra de él y de sus compañeros de trabajo decide que  era momento de tomar decisiones ya no podía soportar más injusticias, es así que decide ingresar al comité del Sindicato de Trabajadores del Perú, donde primero solo formaría parte del sindicato sin tener algún cargo pero poco después debido a su conocimiento sobre leyes de trabajo y oratoria como virtud deciden que sea secretario general de dicha agrupación.

Desde ese momento se dio cuenta que tenía el don de ser un dirigente capaz de obtener sus objetivos, fue difícil al comienzo me dijo, algunas autoridades del estado no escuchaba el reclamo del sindicato. Luego de algunos años después esto cambiaria drásticamente y por fin se pude conseguir beneficios para el  trabajador, fue uno de los logros más grande que consiguió en su vida.

Después de ello conocería a la mujer de su vida con la que se casó y pudo terminar su casa que con tanto empeño construyó, luego llegaron sus hijas a las cuales les dio la educación que él nunca pudo tener, sus hijas se fueron a estudiar al extranjero, fue para él la felicidad más grande que le dio la vida.

Por estos días el sigue trabajando tal vez ya no en una fábrica, pero sigue trabajando porque siempre lo hizo y a pesar de tener ahora 85 años, no impedimento de seguir luchando por sus sueños, porque chamba es chamba y eso nunca cambiara para él.





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